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13 de agosto de 2011

Desenmascarar al verdugo-Numero uno-Maggy Talavera

Nota Editorial Semanario Uno 419   ¿Cruzada medioambiental o espectáculo? ¿Cómo se puede calificar la actuación del Presidente Evo Morales cuando habla de la defensa de la “madre Tierra” en Bolivia y fuera del país? Bueno, la duda está siendo resuelta con tristeza por quienes hasta hace poco eran sus defensores acérrimos y seguidores incondicionales: los indígenas. Sobre todo, los que habitan en el Oriente, sur y Chaco bolivianos, afectados de manera directa por las políticas y acciones de un gobierno que les prometió el cielo y la tierra y que ahora parece estar condenándolos nomás al infierno.   El caso del Territorio Indígena Parque Nacional Isiboro-Sécure es emblemático: está amenazado de muerte, no por causa de los ‘oligarcas reaccionarios de la derecha latifundista’ identificados históricamente como los enemigos de los indígenas, sino por los abanderados de la lucha contra el racismo y toda forma de discriminación. Es decir, por causa del MAS que sigue los designios de su máximo jefe, el propio Morales, y que está decidido a ejecutar “sí o sí” un proyecto vial que parte en dos al Tipnis, lo que equivale a desmembrar a los pueblos yuracaré, moxeños y chimanes que lo habitan, además de afectar en dos tercios un patrimonio natural protegido.   O sea, de defensor de la “madre Tierra”, nada. Todo lo contrario, como lo dijo el líder del Tipnis, Adolfo Moye: esa “cruzada medioambiental” de Morales sabe más a espectáculo que a lucha auténtica. Un sentimiento compartido ya por algunos periodistas extranjeros, hasta hace poco también adoradores de este dios de barro disfrazado de “indígena-protector-de-la-madr​e-Tierra”. Lo expuso muy bien en agosto del año pasado un reportaje publicado en Times, al señalar que Morales “no practica lo que predica cuando se trata del frágil planeta Tierra”.   Times no hablaba de memoria: además de citar a Moye, recordó lo dicho antes por Morales en la ONU.   -“En manos del capitalismo todo se convierte en una mercancía: el agua, el suelo, las culturas ancestrales y la vida misma,” escribió Morales en una carta abierta sobre cambio climático en 2008. “La humanidad es capaz de salvar al planeta si recupera los principios de solidaridad, complementariedad y armonía con la naturaleza.” Sin embargo, ya en casa, Morales no parece ser aquel defensor ecológico. De hecho, una serie de proyectos de desarrollo perjudicialesal medio ambiente tiene a muchos críticos denunciando que el líder de la nación más pobre de Sud América no practica lo que predica cuando se trata del frágil planeta Tierra.-    Times añadió dos pruebas contundentes para respaldar su análisis: una era lo que ya estaba ocurriendo con el Tipnis y la persistencia de Morales de ejecutar un trazado vial que amenaza de muerte al territorio de tres pueblos indígenas; la otra, la Iniciativa para la Integración de Infraestructura Regional (IIRSA), “un esfuerzo nuevo y audaz de los gobiernos de la región para construir una red de infraestructura continental que incluye carreteras, vías navegables, puertos, proyectos de energía y de comunicaciones. Bolivia tiene más de una docena de ellos sobre la mesa…” Entre otros, una hidroeléctrica en Cachuela Esperanza, asentada en la cuenca amazónica a orillas del río Beni, condicionada a la construcción de dos inmensas represas, por parte de Brasil, de dos hidroeléctricas en el Río Madera a 160 kilómetros de la frontera.   O sea, más de lo mismo. La única gran diferencia entre el gobierno de Morales y los que lo antecedieron es que éstos eran liberales y así se asumían, mientras que el de Evo se dice “antiliberal”, pero actúa igual. En una palabra: estafa.