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28 de agosto de 2011

TIPNIS: EL meollo del embrollo: Independientemente de la carretera del TIPNIS el gobierno ya se ha auto inflingido su peor derrota

Rubén Vargas
es periodista

El embrollo del TIPNIS, sobre el que han corrido y seguramente seguirán corriendo ríos de tinta de magnitudes amazónicas, si alguna virtud tiene es que muy rápidamente ha hecho evidente la contradicción más profunda que atraviesa el gobierno del presidente Evo Morales.
El meollo del asunto, anecdóticamente, es un pequeño olvido en la gestión del proyecto de la carretera que unirá al Chapare con el Beni: la consulta a los pueblos indígenas “dueños” de los territorios por los que, precisamente, pasará esa carretera.
El derecho a consulta, ya se sabe, está establecido en la Constitución Política del Estado (CPE) y en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), reconocido por el Estado boliviano, y por ello elevado a rango de ley. El olvido, en su momento, pudo ser reconocido y enmendado. Pero no ocurrió así.
Dado el curso que han tomado los acontecimientos, el meollo del asunto ha dejado de ser anecdótico. No se trata de ningún olvido. La pregunta de hoy es si el gobierno de Morales está dispuesto o no a cumplir los mandatos de la Constitución.
No es un asunto sencillo. El Estado, constituido por la Carta Magna aprobada en el referéndum nacional el 2009, es un Estado Plurinacional. Y esa cualidad, que la hace diferente a todas las constituciones de la Bolivia republicana, se basa, precisamente, en el reconocimiento de que en el territorio hoy boliviano desde tiempos inmemoriales existen pueblos indígenas y originarios, que esos pueblos son naciones, es decir que poseen territorio, lengua, cultura e instituciones propios, y que los miembros de esas naciones son sujetos de derechos especiales. Entre ellos, el derecho a ser consultados sobre proyectos gubernamentales que afecten sus territorios.
El embrollo del TIPNIS ha hecho aflorar esa contradicción (que no es, dicho se de paso, ninguna “contradicción creativa” del proceso de cambio, según la arquitectura conceptual del vicepresidente Álvaro García Linera). Y junto a esa contradicción, se ha hecho visible la incapacidad política del gobierno del presidente Morales para resolverla positivamente.
El estilo político del Mandatario, a despecho de los aires de cambio que él mismo proclama, es anacrónico. Es un viejo estilo que considera que la única vía para la resolución de los conflictos, pan de cada día en una sociedad democrática, es la aniquilación de los adversarios. Así actuó con los partidos “tradicionales”, así con la derecha de la ya olvidada “media luna”, así actúa con sus exaliados, con los disidentes de su propio partido y así, ahora, con las organizaciones de los pueblos indígenas que exigen el cumplimiento del derecho a la consulta. Que ese estilo político sea anacrónico no quiere decir que no sea susceptible de ser enriquecido con otras prácticas. Lo que hemos visto las últimas semanas demuestra que la voluntad de destrucción del enemigo puede llevar a la política, y hasta a la ley, a los más oscuros lodazales.
En el caso del TIPNIS, esta conducta política ha llevado, en los hechos, a una fractura de la base social que no sólo ha hecho posible que Evo Morales llegue al poder, sino también, a través del Pacto de Unidad, ha hecho posible la propia Constitución Política del Estado. Es más, en una perspectiva mayor, la convergencia de los intereses de indígenas y campesinos, y su movilización, le ha dado al Movimiento Al Socialismo (MAS) un horizonte político e histórico que no podía tener como partido cocalero. Hoy, del lado del Gobierno han quedado la Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia (CSUTCB), los colonizadores (ahora llamados interculturales) y, por supuesto, los cocaleros. Los indígenas, otrora proclamados la reserva moral de la humanidad, han pasado a ser los enemigos del proceso de cambio.
Independientemente del desenlace del conflicto del TIPNIS (finalmente, el Gobierno ha puesto en movimiento todo su poder, que no es poco, para aniquilar a la Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia, Cidob), las consecuencias políticas de este embrollo son de largo alcance. En el fondo, lo que la política del MAS está logrando es inviabilizar la construcción del Estado Plurinacional. Más allá de todas las victorias coyunturales que se pueda anotar, el MAS ya se ha auto-provocado su peor derrota. El resto es mera política.
Pero esto tampoco es nuevo.

Pacto militar-campesino
El discurso de Evo Morales con motivo del 6 de agosto ha dado señales suficientes para entender en qué dirección marcha la recomposición del bloque de poder. Ha proclamado que el proceso de cambio se asienta en dos sectores: las Fuerzas Armadas y los movimientos sociales.
A estas alturas, la identificación del Gobierno con las Fuerzas Armadas (y no al revés) no deja la menor duda. En cambio, el otro pie de su gobierno, es decir, los llamados movimientos sociales, amerita algunas precisiones. La primera es la fractura del bloque indígena-campesino. El conflicto del TIPNIS es su mayor evidencia. No es un asunto nuevo, ya desde el año pasado la Cidob está en la mira del Gobierno (ya entonces, para el Presidente, los indígenas de las tierras bajas eran títeres de Usaid). La segunda, tiene que ver con el “gasolinazo” de diciembre del 2010.
Morales entendió con toda lucidez que frente a ese giro liberal, ni el MAS ni él mismo podían controlar la política de las calles, es decir, la movilización popular. Inmediatamente sucedió el largo y violento enfrentamiento con la Central Obrera Boliviana (COB). Hoy, los “movimientos sociales”, con cuya fidelidad puede contar      el MAS, son, sobre todo, los colonizadores, los cocaleros y la CSUTCB.
A la vuelta de los años, en el horizonte se anuncia la conformación de la nueva base social del Gobierno: el pacto militar-campesino.

TIPNIS y la bomba del 21 de agosto: Después de haber "escuchado las demandas indígenas y las peticiones de miles de bolivianos con respecto al TIPNIS, el presidente habla de posibles alternativas pero también intenta desligitimar la marcha...

La pasada semana el gobierno llegó a acuerdos con dirigentes cívicos de Potosí y El Alto; mientras, la ABC comunicaba que existían 5 alternativas para el tramo II de la carretera. Algo podía hacernos imaginar que un acuerdo entre indígenas y el gobierno no estaba del todo lejos; sin embargo, el tablero fue pateado por Evo al responder que él no sería parte de la negociación, sino que sus ministros lo harían dado que al Presidente no tiene tiempo para ello. De ahí en más todo fue cayendo en picada, hasta el domingo 21 de agosto, día clave:
Evo, en el programa estatal “El pueblo es noticia” presentó un informe que evidencia, a través de un extracto de llamadas telefónicas, que tres dirigentes (Rafael Quispe, dirigente de la CONAMAQ; Pedro Nuni, diputado del MAS y Roxana Marupa, esposa del dirigente de la CIDOB, Adolfo Chávez) que forman parte de la marcha del TIPNIS, habrían mantenido contacto con la Embajada de Estados Unidos, más precisamente con el asesor de la Embajada en asuntos indígenas, Eliseo Abelo. Según el extracto de llamadas, Rafael Quispe conversó con la Embajada en días 2 y 20 de junio, 6 de julio y 15 de agosto. Una bomba la noticia, con repercusiones típicas en una sociedad que vive una época de una hiperinflación de la política. Veamos
Primera consigna. “¿Cómo es que se puede pinchar las llamadas telefónicas, en una sociedad que se hace llamar democrática? El gobierno es la peor dictadura de la historia”. En primer lugar, no se trata de un pinchazo. Hasta donde se sabe no existió ningún oyente oculto en las llamadas. En segundo lugar, estas mañas de entrometerse en la privacidad no es nada nuevo. Esta mañana en un programa televisivo, Víctor Hugo Cárdenas decía que pedir extractos de llamadas irrumpiendo la privacidad ajena es algo que siempre se lo ha hecho. Sin embargo, a fuerza de repetición esta tara no habrá de ser legal. ¿Cómo entonces, “legaliza” el gobierno esta figura? Según Sacha Llorenti, la acción se apoya en el artículo 306 del código penal y los artículos 44 y 45 de la Ley Orgánica del Ministerio Público. Por su parte, el Fiscal general del Estado, Mario Uribe, justifica la legalidad en el artículo 218 del código de procedimiento penal. Río revuelto
Segunda consigna. “Con los Estados Unidos ni a la esquina. El sólo hecho de tener una conversación con un representante oficial de la Casa Blanca, es un pecado que se lo paga en la hoguera. Es imperdonable e injustificable”. En esa línea esta el gobierno y gran parte de sus seguidores, unos por convicción y otros por conveniencia. En tiempos, donde la hegemonía yankee parece estar en entredicho, un negocio redondo es el antiimperialismo. Eso lo sabe muy bien el gobierno y a ello acude para deslegitimizar cualquier demanda que tenga que ver con el TIPNIS. Desde que asumió el gobierno Evo Morales acuso a diestra y siniestra a instituciones de los EEUU, y si sigue haciéndolo es porque esa mañita le da resultados. El país del Norte mete sus narices en todo lado, aunque esto no necesariamente quiera decir que exista una conspiración premeditada. Río revuelto
Así está la cosa. Como se puede ver la legalidad del acto pasa por interpretar a gusto del poderoso la ley, y no hay nada claro; tampoco se sabe de qué van esas llamadas. De acá en más lo del TIPNIS girará en torno a estos hechos colaterales que escapan del verdadero asunto de fondo. De ser una marcha con trasfondo político, según el gobierno, ha pasado a ser un hecho conspiratorio al proceso de cambio, la vuelta del capitalismo e imperialismo. Atrás quedan la biodiversidad, la reserva natural, etc. El instinto político puede más. Y es una pena
Se estima que 1425 personas conforman la marcha en defensa del TIPNIS, y por la ¿imprudencia? de tres dirigentes, justos pagarán por pecadores. Así nomas es.