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27 de noviembre de 2011

Más sobre esta étapa post-marcha TIPNIS, desde el análisis de Marco Antonio Ribera Arismendi

TIPNIS. Un epílogo lleno de incertidumbres

Marco Octavio Ribera Arismendi
Biólogo y ecologista
Noviembre 2011

Respecto a la etapa posterior a la culminación de la marcha indígena de fines del 2011, se puede concluir que dicho aparente final, no tiene ciertamente el matiz de un epílogo, y menos de un epílogo feliz. Es más, el panorama actual y futuro esta pleno de riesgos e incertidumbres.

Si las organizaciones indígenas, y el masivo y espontáneo movimiento ambiental nacional, que apoyó al TIPNIS y sus reivindicaciones, creyeron que con la ley corta reformulada, se retornaba a un estado de derecho y el TINIS sería respetado, realmente se pecó de ingenuidad. Por una parte, persiste el mito o falacia de que las leyes se cumplen y respetan, por otra,  lamentablemente mucha gente llegó a creer en la sinceridad de las altas esferas del gobierno, sin caer en cuenta que dicho vocablo y concepto parece haber sido desterrado de las cotidianidades palaciegas y que el doble discurso y la doble cara siguen siendo la tónica mayor. Indicativo de ello fue la impostura del Vicepresidente del Estado cuando públicamente a través del canal televisivo estatal, “elogiaba la  grandeza del pueblo de La Paz y la calurosa recepción a la marcha indígena”, días después sindicaba a la marcha de desestabilizadora y con intereses políticos.

Otra muestra fehaciente del doble juego fue la progresiva arremetida de los altos mando del gobierno, casi desde el mismo momento de la firma de la nueva ley corta, de ir insinuando la posibilidad de modificar la ley, recurriendo al clamor y reclamo de terceros, sea el gobernador de Cochabamba, pequeñas logias de poder en los pueblos benianos, indígenas resentidos hacia su organización en el mismo TIPNIS y desde luego, el angurriento y voraz sector de la colonización. Nuevamente el primer mandatario llegaba a mencionar que la vía Beni-Cochabamba es inviable sino cruza el TIPNIS, lo cual muestra además de su experticia en temas camineros, que no se tomó la menor molestia de meditar ni siquiera unos minutos sobre lo acontecido entre agosto y octubre del 2011. Desde luego, el gobernador de Cochabamba o el Alcalde de Villa Tunari, desde el notorio servilismo de la afinidad política, no dejaban de amenazar con movilizaciones y el avasallamiento del TIPNIS. Todo el aparato del gobierno parece apostar como siempre, al atrincheramiento, la reactivación del conflicto, la confrontación entre bolivianos, y a la división del movimiento indígena. Finalmente, dentro de la lógica eufemística de las “tensiones creativas”, el Vicepresidente hacía explícita la posibilidad de modificar la ley corta. Esto, reflotaría un conflicto que puede tornarse esta vez mas crítico y mas violento, total, como bien documentó Nicolás Machiavelo hace mas de cinco siglos: el fin justifica los medios.
Como se ve, todo parece indicar que el gobierno no tenía, ni tiene, la más mínima idea o predisposición de cumplir la ley aprobada, y que su principal apuesta se encamina a modificarla nuevamente pero a favor del nefasto tramo 2. La expectativa del gobierno de arremeter contra el TIPNIS  se devela  en el hecho de que los tramos 1 y 3 siguen su curso y la detestable empresas OAS sigue operando en las playas del río Isiboro, como si nada hubiera ocurrido, y aprestándose a ingresar al área protegida y TCO.

Este panorama esta de alguna manera favorecida por el regular despliegue mediático de algunos medios de prensa, pues las desaprensivas declaraciones de los diversos jerarcas del partido en el gobierno, salen por doquier como noticias principales y de primera página, ante la patente ausencia de cobertura de la posición indígena o de otras instancias que apoyaron la marcha. Es particularmente interesante la privilegiada atención de la prensa de las “delegaciones” sociales que tienen la “suerte” de lograr una audiencia presidencial con el motivo de demandar la carretera por el TIPNIS. ¿Recibiría su Excelencia a las delegaciones indígenas, organizaciones o representaciones ciudadanas de todo el país, que rechazan la carretera? ¿Recibió de buena fe y de buena gana a los representantes del TIPNIS en su momento?

El avance del contra-ataque gubernamental fue también favorecido por la desmovilización del movimiento indígena y la desarticulación del movimiento ambiental ciudadano que lo apoyó. Se “bajó la guardia” y esto por supuesto fue aprovechado por el gobierno, que muy bien se ha visto, no actúa de buena fe, puesto que  lejos de recapacitar y de resincerar el discurso con la nefasta realidad que promueve, ha aumentado su nivel de insidia y rechazo hacia el movimiento indígena y sus  legítimos derechos constitucionales. 

La carretera cruzando el TIPNIS y las tierras en juego (no solo las de dentro el TIPNIS, sino también las que están desde Santo Domingo y Monte Grande hacia San Ignacio), parecen tener un cariz de botín jugoso, al cual no se puede renunciar “así no más”. Es difícil creer que el tema obedece solamente a una mera pugna o contienda del vaivén político, parecería realmente que detrás de tanto capricho, tanto empecinamiento, existen móviles poderosos, incluso más allá del simple apuntalamiento electoral. No en vano una empresa con antecedentes del calibre de OAS está de por medio. La desesperada posición y la pugna intransigente del gobierno incitan a generar una creciente desconfianza ciudadana.

Al mismo tiempo, la situación parecería apuntar a que el mismo gobierno está utilizando la entelequia y “tira y afloje” del TIPNIS, para desviar la atención de la ciudadanía nacional, de otros desatinos socioambientales y hasta económicos que está promoviendo, como el complejo agroindustrial de San Buenaventura, la exploración petrolera en el norte de La Paz, Cachuela Esperanza, o el Mutún, para citar unos cuantos. Ya se ha mencionado en alguna oportunidad que el TIPNIS es solo la “punta del iceberg” y que la realidad socio ambiental futura del país está plagada de enormes riesgos e incertidumbres derivadas de la proliferación de megaproyectos o procesos de intensificación productiva que de una forma u otra buscan marginar la prevención y la regulación ambiental responsable, así como el control social. Lo que puede ocurrir en el Madidi y Pilón Lajas con la construcción de la megarepresa de El Bala o las múltiples exploraciones petroleras, podrían  opacar en magnitud y gravedad al problema y al conflicto del TIPNIS. 

De cualquier forma, como van las cosas, a fines de noviembre del 2011, el tema no tiene buena cara, ni para el TIPNIS, ni para la generalidad de la gestión ambiental de Bolivia. 

Fuentes:
La Razón, 23 noviembre 2011
La Razón, 24 noviembre 2011
noticiasdesdebolivia.blogspot, 24 noviembre 2011





Lic. Marco Ribera Arismendi
COORDINADOR NACIONAL PROGRAMA DE
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