Del
Estado monocultural al Estado Plurinacional:
la
nueva institucionalidad de una nueva concepción de desarrollo
Víctor
Hugo Quintanilla Coro
Cultura
Quechua, Norte de Potosí
0. ¿Qué tipo de relación
(inter)institucional es la que existe entre Estado y desarrollo en la Bolivia
del siglo XXI? Al plantear la pregunta, asumimos el punto de partida de que la
calidad de las instituciones son determinantes para el desarrollo económico: “Of
primary importance to economic outcomes are the economic institutions in
society such as the structure of property rights and the presence and
perfection of markets. Economic institutions are important because they
influence the structure of economic incentives in society. Without property
rights, individuals will not have the incentive to invest in physical or human
capital or adopt more efficient technologies. Economic institutions are also
important because they help to allocate resources to their most efficient uses,
they determine who gets profits, revenues and residual rights of control.” (Acemoglu, Johnson, & Robinson,
2005: 389). Pero está también el otro punto de partida de la
concepción de institución que presupone la pregunta planteada: “Las
instituciones son las reglas del juego en una sociedad o, más formalmente, son
las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana.
Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, sea
político, social o económico. El cambio institucional conforma el modo en que
las sociedades evolucionan a lo largo del tiempo, por lo cual es la clave para
entender el cambio histórico”. (North, 1993: 13). Estas dos precisiones
conceptuales, sin embargo, aún no son suficientes para intentar responder a la
pregunta, razón por la cual cabe una sintética referencia político-social.
1. Uno de los aspectos
trascendentales en la historia boliviana del siglo XXI, ha sido sin duda la
transición de la concepción monocultural de Estado a una concepción
plurinacional. El Estado monocultural contuvo una institucionalidad con
retoques de interculturalidad, básicamente, en el campo de la educación. El
actual Estado plurinacional persigue finalidades descolonizadoras, a través de
lo que ahora se conoce como intra-interculturalidad. Articulando lo político
con lo económico, el Estado monocultural se esforzó por seguir los lineamientos
del FMI y del Banco Mundial, entre uno y otro organismo internacional. A
nuestro juicio, fue esta extrema fidelidad a dichos lineamientos y a las
teorías de crecimiento económico occidentales las causas que coronaron la
severa crisis de institucionalidad (léase gobernabilidad), dando lugar a la
expulsión definitiva del gobierno del MNR, tanto de la vida política como de la
historia del país. El Estado Plurinacional, en cambio, sigue el proyecto
(económico) del Sumaq kawsay o Vivir bien,
que intenta articular el horizonte civilizatorio de las culturas
indígena-originarias. Naturalmente, esa decisión -si bien acepta apoyos
económicos internacionales- ya no se subordina a los condicionamientos de los
países o los organismos que los ofrecen. La pregunta por el tipo de relación
(inter)institucional existe entre Estado y desarrollo en la Bolivia del siglo
XXI, se refiere al desarrollo del Estado plurinacional, considerando que la
institucionalidad de la concepción monocultural de Estado con el que naciera
Bolivia en el siglo XIX, ha sido formalmente desplazado por la aprobación de
una nueva Constitución Política.
2. No obstante el consenso que al
parecer existe acerca de la importancia determinante de las instituciones en el
desarrollo, algo que puede explicitar el retraso del desarrollo del Estado
monocultural tiene que ver directamente con el hecho de que la diversidad
cultural, étnica o lingüística es vista como un obstáculo para la configuración
de instituciones de calidad. “Alesina et al. (2002) argumentan que la
fragmentación lingüística y étnica de un país es perjudicial para el desarrollo
institucional y económico, mientras que Spolaore y Warcziag (2006) señalan que
las características genéticas y culturales que hereda la población afectan su
capacidad para adoptar innovaciones tecnológicas e institucionales que
promueven el desarrollo económico.” (Bandeira, 2009: 359).
Economistas como Sen (2000) y Hayek (1978), entre muchos
otros, coinciden con ese punto de vista, por presuponer que el crecimiento y el
desarrollo deberían darse al margen de las diferencias sociales, históricas o
culturales. Si es cierto que las instituciones son la verdadera causa del
crecimiento y el desarrollo, entonces, la diversidad étnica de un contexto
histórico-social necesariamente es un obstáculo para el crecimiento y
desarrollo de un país gobernado por un Estado monocultural y “sus”instituciones.
Nuestra hipótesis es que una de las principales razones que explica la
insuficiencia del desarrollo boliviano durante el Estado monocultural (Morales
& Pacheco, 1999), tiene que ver con el desencuentro entre la diversidad
social y cultural del país y el tipo de instituciones de ese tipo de Estado. El
desempeño “informal” y el posicionamiento político de la diversidad seguían un
horizonte histórico distinto y paralelo (Rivera Cusicanqui & Barrios,
1993) al desempeño colonial de las instituciones formales del Estado.
Simultáneamente, este desencuentro inter-institucional entre el desempeño
formal e informal también explica la proliferación de los conflictos sociales (Evia,
Laserna, & Skaperdas, 2008), que fueron corroyendo la gobernabilidad
monocultural hasta derivar en las movilizaciones del 2003, que trajeron consigo
una institucionalidad más a imagen y semejanza de la diversidad cultural
boliviana. De este particular devenir histórico, posemos derivar la conclusión
de que las instituciones no determinan el desarrollo en forma unilateral. Para
que las instituciones, comprendidas como formas, puedan ser efectivas y
constituyan condiciones de posibilidad reales para el desarrollo, es necesario
que su contenido, es decir sus funciones, provengan de los intereses de la
diversidad social. A nuestro juico, esta apreciación redimensiona la posición
de Dani Rodrik y Arvind Subramanian, cuando aseveran que “Las instituciones son
decisivas para el desarrollo, pero cada una de las funciones que cumplen tiene
una multitud de opciones en cuanto a su forma específica” (2003). Tomando
en cuenta el desencuentro entre las instituciones formales e informales de la
historia boliviana, está claro que una de las opciones que deben seguir las
instituciones en contextos de diversidad cultural es acogiendo los intereses de
dicha diversidad como funciones o contenidos institucionales. Por lo tanto, ya
no se trata de ver a la diversidad étnica, lingüística o cultural como un
obstáculo para la configuración de instituciones de calidad orientadoras hacia
el crecimiento y desarrollo económicos. ¿Cuáles son o serían las consecuencias
de que las instituciones se configuren a imagen y semejanza de los intereses de
la diversidad social y cultural, en el campo del crecimiento y del desarrollo?
3. La severa crisis de la
institucionalidad del estado monocultural, a finales del siglo XX y principios
del XXI, dio lugar a dos tipos de institucionalidad muy significativos:
primero, al Plan Nacional de Desarrollo (2006) y, segundo, a la
Constitución Política del Estado Plurinacional (2009). La concordancia
entre la institución como forma y los intereses de la diversidad social y
cultural como las funciones que dicha instituciones deberían cumplir desplazó
las concepciones de crecimiento y desarrollo del Estado monocultural, cuando
menos a nivel discursivo, si bien aún no a nivel de la realidad fáctica. La
nueva concepción de desarrollo, de la inminente vigencia del Estado
Plurinacional, fue esbozada en el Plan Nacional de Desarrollo (PND). Todas las
teorías del desarrollo existentes en el mundo occidental son antropocéntricas,
pero la concepción de desarrollo del PND es cosmocéntrica. ¿Qué quiere decir
esto? Que la institucionalidad formal del gobierno había adoptado
“repentinamente” uno de los contenidos centrales de la espiritualidad de los
pueblos indígena-originarios, precisamente de la diversidad étnica que algunas
teorías de la institución consideran perjudicial, y también para la concepción
de Estado monocultural, razón por la cual el único destino posible fue la
dependencia y el subdesarrollo. Este contenido de las culturas
indígena-originarias consiste en considerar a la Naturaleza como sujeto de
derechos, precisamente, todo lo contrario del lugar que la Naturaleza tiene en
la economía y la política occidentales. Una segunda particularidad de esta
nueva concepción de desarrollo es que ya no tiene carácter neoliberal, sino
comunitario. Esta denominación ya no se restringe a una simple colectividad
orgánica de seres humanos. La Naturaleza es considerada parte de la comunidad o
sociedad y así como ella cumple la misión de garantizar la vida de todos,
recíprocamente, todos también están convocados a garantizar el bienestar de
todos y de lo que hace posible dicho tipo de responsabilidad o ética. Es a esto
a lo que milenariamente se denomina Sumaq kawsay o Suma qamaña en las culturas
andinas, Yaiko kavi vaera en Guaraní o Vivir bien en la lengua de los
colonizadores.
4. Con la aprobación de la
Constitución Política del Estado Plurinacional, la institucionalidad del
desarrollo económico y social, fue concretada políticamente. La nueva
concepción de desarrollo articulaba con una nueva concepción de Estado. La
diversidad cultural o étnica ahora ya no era considerada -como en el siglo XIX
y XX- un obstáculo para el desarrollo social. Como dispone el “Artículo 98: I.
La diversidad cultural constituye la base esencial del Estado Plurinacional
Comunitario. La interculturalidad es el instrumento para la cohesión y la
convivencia armónica y equilibrada entre todos los pueblos y naciones. La
interculturalidad tendrá lugar con respeto a las diferencias y en igualdad de
condiciones. II. El Estado asumirá como fortaleza la existencia de
culturas indígena originario campesinas, depositarias de saberes,
conocimientos, valores, espiritualidades y cosmovisiones. III. Será
responsabilidad fundamental del Estado preservar, desarrollar, proteger y
difundir las culturas existentes en el país.” (Presidencia, 2009). Más
allá del valor ideológico que dicha disposición posee, la pregunta es relevante
es la siguiente: ¿de qué manera contribuyó esta nueva institucionalidad
política a la institucionalidad que promueve el desarrollo y el crecimiento
económico? Desde el año 2006, el desarrollo boliviano ha sido significativo,[1] primero porque se
aplicó el Plan Nacional de Desarrollo y segundo porque el modelo adoptado fue
el de la economía plural. “Artículo 306. I. El modelo económico boliviano
es plural y está orientado a mejorar la calidad de vida y el vivir bien de
todas las bolivianas y los bolivianos. II. La economía plural está
constituida por las formas de organización económica comunitaria, estatal,
privada y social cooperativa.” (Presidencia, 2009). De modo que haber
asumido la diversidad cultural como contenido institucional del gobierno, tuvo
su correlato en la institucionalidad de la economía. Como es bien sabido, la
economía boliviana nunca fue plenamente formal, pero el hecho de que el Estado
asumiera como contenido institucional positivo la diversidad de la economía
informal como parte de sus potencialidades, terminó por concretar una relación
interinstucional entre economía y política, a través de una nueva concepción de
desarrollo: la concepción de desarrollo del Estado Plurinacional.
5. ¿Qué tipo de relación
(inter)institucional es la que existe entre Estado y desarrollo en la Bolivia
del siglo XXI? Uno de los aspectos que es preciso reconsiderar para comprender
la respuesta que hasta aquí hemos ofrecido a esa pregunta es que no se trata de
pensar en las instituciones como factores formales que deben ser
trascendentales o transversales a todos los contextos histórico-sociales. Las
diferentes formas institucionales deberían adoptar el o los contenidos del
contexto donde se desempeñarán para ser instituciones efectivas para promover
el desarrollo. El condicionamiento de las conductas, por lo tanto, no debería
ser visto de las instituciones hacia los agentes (Alonso &
Garcimartín, 2011), sino de éstos y sus características sociales o culturales
hacia las instituciones. Lo contrario nos hace recordar el desencuentro entre
las instituciones de la gobernabilidad del Estado monocultural y la diversidad
sociocultural boliviana. De igual forma, tampoco se trata ya de aceptar que el
desempeño de las instituciones debe estar subordinado a una concepción
trascendental de desarrollo. Por lo menos en el caso boliviano, ha quedado ya
claro que es posible seguir otro camino, el proyecto también civilizatorio del
Vivir bien, más con arreglo a sus particularidades culturales y sociales que a
lo propuesto por autores como Sen (2000), que ignoran por completo lo que
se extiende más allá del mundo occidental-moderno.
Bibliografía
Acemoglu, D., Johnson, S., & Robinson, J. A. (2005). Institutions
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Alonso,
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Bandeira, P. (2009). Instituciones y desarrollo
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Evia, J. L., Laserna, R., & Skaperdas, S. (2008). Conflicto
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CERES-COSUDE-INSTITUTO PARA LA DEMOCRACIA.
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Morales,
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Recuperado el 31 de Julio de 2011, de www.publico.es/internacional/275881/la-economia-boliviana-crecio-con-evo-mas-que-en-tres-decadas
North, D. (1993). Instituciones, cambio
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Presidencia, M. d. (2009). Constitución Política
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Rivera Cusicanqui, S., & Barrios, R. (1993). Violencias
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Rodrik, D., & Subramanian, A. (junio 2003). La
primacía de las instituciones (y lo que implica). Finanzas y Desarrollo ,
31-34.
Sen, A. (2000). Desarrollo y libertad. Buenos
Aires: Planeta.
[1] “Dejando
aparte los matices políticos y culturales que rodean a la figura de Morales,
los resultados económicos de su gestión le avalan: desde que gobierna, el
PIB boliviano ha crecido más que en las tres últimas décadas, a un promedio del
5,2%.” (Moreno, 2009).
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