Nuevas leyes y antiguas
prácticas
Por: Alicia Tejada Soruco
Al finalizar el año 2011, la
población boliviana presenció discusiones nada novedosas puesto que ya tuvieron
lugar hace más de tres décadas en el
país sobre la necesidad de incorporar el
conocimiento científico-ecológico a las decisiones económicas, principalmente
las vinculadas a la finitud del patrimonio natural, a los cambios climáticos y
a los derechos humanos. El caso TIPNIS repuso este debate, pero las agendas
políticas lograron reducirlo nuevamente a una pedestre disputa entre “malos y
buenos”.
Así las iniciativas REDD,
por ejemplo, que no son otra cosa que la conservación de los bosques a cambio
de pagos realizados por quienes, en el mundo industrializado, se han negado a
asumir compromisos de reducir sus niveles de contaminación, pasan a
constituirse en “los buenos”. El gobierno central es el “malo” y la IIRSA es la
“buena”, etc.
Los impactos de las
operaciones mineras e hidrocarburíferas; su carácter estratégico y de utilidad
pública que les confiere privilegios con efectos perversos; los desmontes justificados con multas, la
inequitativa re distribución de la tierra forestal junto a la injusta distribución de beneficios en TCO,
y la vocación rentista del Estado, fueron temas centrales que quedaron fuera
del libreto de “expertos”, que acapararon espacios mediáticos. No hubo otra
vereda, ni oposición, si de modelo de desarrollo se trata.
La institucionalidad en los
tres niveles de gobierno confirmó su incapacidad histórica, en el diseño de una
estructura con responsabilidad administrativa, en cuanto a gestión de nuestro
patrimonio natural. La incapacidad creciente de las ministerios, gobernaciones
y de los gobiernos municipales para implementar leyes y normas se refleja en
los conflictos que confrontan, relacionados con la administración de recursos,
rendición de cuentas, etc. Cada vez hay más confusión intencionada y apoyada
por la nula capacidad de investigación de los medios de prensa sobre la
obligación de funcionarios públicos, de rendir cuentas sobre recursos públicos
y por su abierta toma de partido en contiendas partidarias.
En este escenario se
iniciará la discusión de nuevas leyes: La ley de Revolución Productiva
Comunitaria Agropecuaria y el ante proyecto de ley de Tierras de la CSUTCB
pretenden resolver la problemática agraria del país con exportaciones. A ello
se suman los Ante proyectos de Ley de Hidrocarburos y minería, con una institucionalidad
difusa e ineficiente diseñada para establecer un gobierno al servicio de todo
poderosos sectores económicos. En el otro extremo están los ante proyectos de leyes
de bosques y de la Madre Tierra, menoscabadas en su efectividad por las primeras
y por tanto convertidas en alegorías para el discurso.
Casi una década de relación
perversa y cómplice entre oposición y oficialismo debilita aún más la escasa
institucionalidad en Bolivia. Vamos a legislar para la administración de una
institucionalidad en la que nadie cree.
No hay comentarios:
Publicar un comentario