MEDIO
AMBIENTE, A CALZON QUITADO
Ovidio Roca
La naturaleza como todo sistema, esta
en permanente cambio y la vida prospero y se expandió, con las especies que
mejor se adaptaron al entorno existente en nuestro planeta. La catástrofe
masiva producida por los meteoritos, que elimino a los dinosaurios y la mayor
parte de la vida hace 65 millones de años, permitió a su vez que especies poco
competitivas y que tenían menguadas posibilidades de expandirse al lado de los
dinosaurios, como algunos mamíferos primitivos, pudieran sobrevivir y luego dar
origen a la humanidad.
En su evolución y desarrollo, el hombre
pasó de ser una parte de la naturaleza, a dominador de la misma, y su población
sobre este nuestro planeta, creció exponencialmente hasta los actuales 7,000
millones y se prevé 9,000 millones para el 2050.
El impacto que los seres humanos generamos
sobre el ecosistema, con nuestro agresivo crecimiento poblacional y consumo
desmedido, está causando un daño irreversible al mantenimiento de las condiciones
ambientales requeridas por nuestra especie. Se produce una masiva ocupación de
las tierras para construir infraestructura de todo tipo, eliminando los bosques, la biodiversidad y los
mecanismos reguladores del clima y el ambiente; se multiplica la emisión de
gases tóxicos, la generación de basura, la polución industrial, la destrucción
de bosques tropicales y la contaminación de los ríos y océanos; con daños que han
sobrepasado la capacidad de reciclaje y soporte del planeta.
Es importante no olvidar que a
diferencia de nuestra especie, la naturaleza como un todo, tiene las
posibilidades, la diversidad y el tiempo suficiente para adaptarse y sobrevivir.
Por ello es necesario que entendamos que somos parte del ecosistema y
actualmente los causantes del mayor desequilibrio ecológico y que si éste
avanza, puede causar un desajuste tal, que nos destruirá como a los dinosaurios
y dará paso a otras especies más adaptables como los chulupis, y la vida
seguirá.
Necesitamos por tanto hacer algo por
nuestra supervivencia y con un enfoque más pragmático y efectivo, pues es un
error suponer que la gente adoptara pautas ecológicas de vida y se comprometerá
a trabajar cotidianamente y por propia convicción en la protección del medio ambiente y que se
sentirá agradecida hacia los ecologistas que luchan para conseguir estos fines.
Lo que en el fondo, quiere la gente, es su bienestar individual y personal. Y
no nos olvidemos que somos 7.000 millones de personas y sus necesidades son
masivas y crecientes, no se trata de una pequeña tribu que vive en equilibrio
con su entorno y formando parte de la naturaleza.
Por eso es que tenemos que trabajar sobre
la base del interés propio de la gente y también con la vieja receta de la
zanahoria y garrote. Incentivando económicamente a quienes protegen el
ecosistema, conservan los bosques y la biodiversidad, hacen manejo sostenible y
eficiente de los suelos y multiplican el rendimiento de las cosechas; realizan
investigaciones que conduzcan a aplicaciones prácticas para la sustitución energías
fósiles, al eficiente y económico tratamiento de las basuras, a lograr la
limpieza y desalinización de las aguas. Y también garrote donde más duele, en
el bolsillo; un mecanismo es la demanda, la población debe defender sus
intereses ambientales comprando solo a las empresas que hacen manejo y
producción sostenible y para ello la regulación y eco etiquetaje, son validos y
necesarios.
Y aquí viene el siguiente y mayor
desafío; si la gente vive en la miseria, a nivel de subsistencia, se comerá el
primer bicho que tenga al frente y no pensara que es el último ejemplar de una
especie en extinción y también tumbara el último árbol para hacer su fuego y
por supuesto no se preocupara por la contaminación. Solo las personas que han
superado el nivel de subsistencia valoran efectivamente el medio ambiente y la
belleza del entorno y por tanto están dispuestas a pagar y trabajar para que
este se mantenga. Por supuesto también cuidara del ecosistema aquel que reciba
beneficios directos del mismo, como ecoturismo, mecanismo REED+, manejo
sostenible de bosques, etc. Pero para que esto funcione se necesita previsibilidad
y seguridad; un marco de Institucionalidad, Estado de Derecho y respeto a la
propiedad y los contratos.
Al respecto, recuerdo de la Facultad de Economía la
discusión sobre la “Tragedia de los Comunes” de Forster Lloyd (1794-1852). En
general la idea que expresaba es:
Imaginemos un campo de pastoreo
comunal. Los pastores observan que hay
suficiente pasto como para alimentar a más animales, consecuentemente, uno tras
otro meten allí sus animales. Pero en algún punto de ese proceso de explotación
del pastizal, su capacidad para proveer alimento para los animales es
sobrepasada, consecuentemente, los animales mueren debido al agotamiento o
sobreexplotación del recurso.
Dicho en criollo “lo que es de todos,
es de nadie” y cuando cada uno trata de sacar el máximo provecho del recurso (y
como nadie lo cuida), se termina acabando y destruyendo.
Y esto lo vemos ahora en los Parque
Nacionales y tierras fiscales, tierras sin dueño, donde el que puede se
beneficia, tumbando monte y sembrando coca, sacando madera, matando todo bicho
que camina, vuela o repta; pescando con dinamita, contaminando los ríos y
quebradas con precursores para la cocaína; sin preocuparse por los efectos
posteriores de esta explotación. El asunto es que todos estos costos
ambientales, son costos externos, es decir de los otros y no de ellos, y por
tanto no entran en su lógica extractiva.
Volviendo a la discusión universitaria;
se planteaba que la única solución es introducir un agente externo a la
comunidad que actúe tanto como regulador y como garante de tales regulaciones.
Eso, en la práctica, se concreta con el Poder Estatal o en actores privados movidos
por sus propios intereses y más a menudo, en una mezcla de ambos: la
propiedad de los bienes comunes es transferida a personas cuyos derechos son
salvaguardados por el Estado.
Es por tanto importante tratar el tema
ambiental, con objetividad y eficacia, pues de nada sirven los discursos y espectáculos
como los del día del árbol, de la tierra, donde se reparten plantines a los
niños que luego nadie sabe donde ponerlos o si los ponen no los cuidan.
Mientras por otro lado no hacemos nada, por ejemplo, por conservar nuestras áreas
boscosas, nuestras cuencas de ríos y arroyos para evitar que estos se sequen.
Sabemos por ejemplo que el Choré es la fuente de agua, de regulación del viento
y en general del clima para el Norte de Santa Cruz y asistimos impasibles a su
destrucción. Los cocaleros lo han invadido y cuando terminen con todo el bosque
y su diversidad no habrá posibilidades de agricultura en el Norte y de vida soportable
en Montero y Santa Cruz, por la desertización, los fuertes vientos, y toneladas
de arena que caerán sobre los campos y las poblaciones.
Es hora a que aprendamos a convivir en
armonía con la naturaleza, instalemos una economía sostenible y ecológica,
reduzcamos el consumo y el desperdicio. Hay muchas formas prácticas de hacerlo,
no son espectaculares sino parte de una cultura de vida y trabajo, en la
cotidianidad de las personas. Y esto implica que en el cada metro cuadrado del
Departamento, la familia, la escuela, la población, los intelectuales, las
instituciones locales trabajen en el día a día y reciban directamente del mundo
desarrollado, el apoyo tecnológico y financiero, para disminuir la pobreza y
realizar la tarea de salvaguardar el ecosistema, que sabemos no tiene fronteras,
pues como canta Facundo Cabral: “que se mueve una estrella, cuando corto una
flor”.
Ver: Ecología, en Lenguaje
Políticamente Incorrecto, en: ovidioroca.wordpress.com
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